martes, febrero 01, 2005

STS-107

NASA File

Hoy se cumplieron un par de años del trágico accidente del Columbia. Confieso que ese sábado fatal cuando me enteré del accidente apenas a unos minutos de haber ocurrido gracias a una llamada telefónica de un primo, me sentí muy pero muy conmovido. Hacía ya muchos años que habíamos visto la explosión del Challenger y la historia se volvía a repetir. Uno cree que el transbordador espacial es una super máquina a la que no pueden suceder esas cosas. Pues no, ese sábado vimos sus pedacitos surcar el cielo de Texas ante la incredulidad de millones de personas. Hoy recuerdo esos valientes .

El transbordador es en realidad una máquina asombrosa. Mi formación de ingeniero y mi eterna afición por volar que me ha llevado a montarme en cuanto bicho volador haya podido y a voltear para arriba cada vez que escucho el sonido de un avión, me han hecho un apasionado de los vuelos espaciales y un admirador del transbordador. Este posee las máquinas más potentes que el hombre haya alguna vez construido quizá con la excepción de unos pocos cohetes como el Saturno V. Puede llevar cargas muy pesadas a una órbita a 300 km de la superficie de nuestro planeta sirviendo de albergue de hasta siete tripulantes. Y es el primer vehículo que realmente es reusable. Puede ir al espacio lanzado como una bala de cañón y al mismo tiempo volver aterrizando como un avión comercial.

Pero esta maravilla de la ingeniería no parece haber sido lo que anuncian las costosas campañas de lobbying de la NASA. El accidente del Challenger hizo que se revisaran muchos procedimientos de ingeiería, que se revisara el diseño y se hicieran mejoras sustanciales. Pero no fué sino hasta esta tragedia del STS-107 que realmente hubo un compromiso de investigar por qué es que suceden accidentes como este. La conclusión fué tajante. No solamente hubo errores técnicos fatales que contribuyeron al accidente como lo fué el impacto del pedazo de espuma que golpeó al ala izquierda del transbordador con una velocidad de más de 800 km/hr, sino igualmente importante influyó la imposibilidad que tiene la NASA como organización para poder detectar a tiempo los problemas y sugerir soluciones. La cultura organizacional de la NASA y su falsa creencia en que eran una especie de super ingenieros que todo lo podían fué causa con igual peso en el diagnóstico del accidente. La Junta Investigadora del Accidente del Columbia elaboró un reporte final crudo, directo y contundente.

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