lunes, diciembre 04, 2006

Elecciones3d: Sushi

Todavía no he sacado las fotos de la cámara. Ya no hay que revelarlas como antes, ahora hay que "bajarlas", o tal vez "subirlas". No tengo claro eso todavía. Soy de la época de los cuartos oscuros, de químicos reveladores y detenedores. De rollos y negativos. Esta tarde me dedico a eso. Aunque no fueron muchas las fotos que tomé. Pero si tengo en mis recuerdos algunas escenas memorables.

Como la de la libre empresa. Los amigos que se dedicaron a atender a la larga cola de votantes con su libre iniciativa. Haciendo negocio. Ganándose una plata de manera honesta y haciendo un excelente servicio. Mis respetos al que nos vendió dos botellitas de malta. Ya como que el azúcar la tenía bien baja, esa maltica me revivió justo cuando ya era media mañana y el calor iba en aumento. También vi algunos que vendían agua, naranjas frescas, helados, bolsitas de jugos congelados. Nada como la libre empresa, la libre iniciativa. La libertad de hacer negocio y atender un mercado. Oportunidades a la orden del día.

Otra escena. Más tarde. En frente del liceo donde se llevan a cabo las votaciones hay una pugna por cerrar el centro. Ya es realmente tarde y los oficialistas a punta de gritos exigen que se quede abierto. Los opositores dicen que la ley es clara, se mantiene abierta si hay votantes. La verdad es que no hay votantes. Hay una trifulca breve, interviene la policía y finalmente el centro queda cerrado. Los ánimos se aplacan y me quedo caminando entre los grupos. No hay mucha gente, tal vez unas cincuenta o sesenta personas entre los dos bandos. Me fijo en las caras de la gente. Entre los oficialistas hay los militantes agresivos y gritones, pero también las señoras un poco más calmadas que aunque combativas llamaban a la calma. Uno de los líderes aparenta ser una persona razonable, es con él que la oposición discutió y se llegó al acuerdo con los militares de cerrar el centro, de verdad no había más votantes. El lado opositor está lleno de gente común y corriente. Clase media todos. Sin uniformes,no hay camisas rojas. No hay consignas de atrévete, nada de eso. Diferentes a los oficialistas que de vez en cuando gritan sus lemas electorales, que se apagan sin mucho ánimo. Los opositores se dedican a ignorar a los oficialistas, la idea es no provocar. Así que las conversaciones en los opositores se centran en los rumores, en como va la cosa.

Es más tarde ahora. Ya está oscuro y hay una ligera llovizna. Siguen estando ambos bandos en frente del liceo pero ahora con menos gente. Algunos oficialistas celebran ruidosamente cuando pasan caravanas o motorizados. Cuando llegan motorizados encapuchados a intimidar con cohetes y gritos los opositores solamente los miran en silencio. Una señora junto a mi me dice, tengo a mi marido enfermo en la casa, debiera irme, pero no puedo, creo que hay que participar, aunque no esté sino haciendo acto de presencia. Remata, es que no estamos acostumbrados a estas cosas, señalando a los ruidosos motorizados algo asustada.

Ya no hay muchos motorizados. Ahora son muchachos en bicicleta que pasan por la calle con banderas rojas y hasta una urna de cartón con el nombre de Rosales. Me recordó las urnas esas que usan los magallaneros o los caraquistas. Muchachos, pensé. Las conversaciones de los oficialistas eran de alegría, gritaban algunos, otros recibían órdenes de su comando, no hay que irse dicen. Hasta que se hagan las transmisiones. Noto desconfianza hacia el grupo opositor allí presente. Ese montón de señoras, de amas de casa, son los tramposos de siempre, no volverán gritan de vez en cuando. Las amas de casa al ver la militancia de los oficialistas, sus camisetas, sus uniformes rojos, me ven y me preguntan que donde están los de los partidos de oposición. Supongo que somos nosotros le dije. La verdad no hay nadie, solamente ciudadanos normales, vecinos. Los militantes de oposición están adentro le dije, testigos de mesa, miembros de mesa, y el coordinador de apoyo logístico que es aquel señor alto que está allá. Me siento en un banco y oigo a una pareja que parece reconocerse de otros tiempos. Un hombre joven con acento aburguesado, una señora también con el mismo acento. Hablan de medicina con un grupo de jóvenes. Médicos pensé. Que si las autopsias, algo sobre medicina forense. La verdad oigo sin querer. Luego el tema de conversación es sobre sushi.

Poder popular, votos y militancia en un lado. Del otro hay algo de desorientación y se habla de sushi. Ambas realidades se desconocen mutuamente.

Tuve que volver a la casa. Bastante más tarde vuelvo al centro. Son como las diez de la noche y la llovizna es algo más fuerte. Llegamos justo en el momento que la radio transmite el primer boletín del CNE. Ya todos lo sabíamos. Ahora el centro luce desierto, hasta los oficialistas ya se habían ido. Los de oposición resisten la llovizna, ahora la meta es llevarles cena a los compañeros que siguen dentro del centro haciendo las auditorías. La meta es quedarse y obtener las actas firmadas. Llega un coordinador de oposición, evalúa la cosa y de manera muy lúgubre llama adentro por celular y les dice a los testigos de mesa que abandonen, que si quieren se pueden ir a sus casas. Yo le reclamo, le digo, el objetivo es claro, hay que tener copias de las actas. Los testigos afortunadamente hacen caso, aunque no se si por elección. Los militares no dejan entrar ni salir nadie del centro de votación.

Nosotros decidimos apurarnos los restos de una pepsi que había sobrado y partimos en medio de la llovizna. Todo estaba muy silencioso. Quizás la llovizna había apagado la celebración aunque había noticias no confirmadas de algunos desórdenes en el centro del pueblo.


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2 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Qué tal el clima? En Caracas pasó lo mismo que en el Revocatorio. Después del anuncio y de los cohetones, comenzó a llover y hoy el día a estado frío, gris y lúgubre.
¿Qué sabe el cielo que se pone tan triste?
Para no hablar del silencio sepulcral que ha rodeado a la urbanización todo el día.

romrod dijo...

hoy el día amaneció bastante silencioso, pero en la tarde la actividad regresó al nivel diría de un domingo en la tarde, algo así. tardé apenas 15 minutos de mi oficina a la casa. Todo un récord. Mucho calor, bastante humedad, pero nada que llueve.