lunes, julio 02, 2007

Otro mundo

Ya llegó Julio. Llueve como siempre. No hay mucho de diferente. El clima está un poco más fresco, bastante húmedo y las escuelas del país empiezan a lucir cada vez más desiertas con la proximidad de las vacaciones.

Ya mi hijo mayor sale del bachillerato. Le toca la aventura de conseguir cupo en una universidad en este bolivariano país. Los más pequeños pasan al primer año y mi hija quinceañera sigue su camino al primero de ciencias. Ahora en vacaciones romperemos un poco la rutina. Descansaré un poco del maratón de los mediodías cuando me toca recogerlos. Es un maratón, pero bastante agradable. me permite conectarme con ellos ya que conversamos de todo en el viaje de regreso del colegio a la hora del almuerzo.

Una de las conversaciones hace poco giraba sobre como era cuando yo salí del bachillerato hace ya veintinueve años. Era otro mundo les decía. Literalmente otro mundo.

Les contaba que cuando llovía como estos días yo pasaba la tarde entera inspeccionando el gigantesco jardín donde vivíamos en Maracay a mediados de los setenta. Aburrido, les pareció a todos. Yo les decía que no lo era tanto. Me permitía en tardes de lluvia ver los hongos que crecían, los hormigueros y hasta darle ajustes a la casa que teníamos en un árbol de mango.

Era una vida bastante más sencilla. Con apenas dos canales de televisión para ver comiquitas en blanco y negro un par de horas al día cuando mucho. Sin nintendos y ni playstations. Nada de eso. Sobraba tiempo para leer a Julio Verne y soñar con las aventuras del Tigre de Malasia.

Se asombran cuando les cuento como era mi mundo. Ahora todo como que va mucho más rápido y hasta ellos mismos se dan cuenta.

3 comentarios:

Larry dijo...

¿Y no has logrado que lean tus muchachos? Me imagino que la competencia del playstation y el nintendo es muy fuerte. Pregunto para cuando me toque.

romrod dijo...

si leen, pero ni de broma la misma cantidad que leía yo a esa edad...

Waiting for Godot dijo...

Yo gozaba un puyero con poco y armaba una aventura con mi imaginación y una que otra cosa, era sabrosa mi infancia también. Besos!