lunes, abril 10, 2006

Una tarde cualquiera

Héctor llegó a la agencia bancaria con la mente ocupada en los pagos en efectivo que tenía que hacer esa tarde. Sacó la cuenta mentalmente varias veces mientras cobraba el cheque y se aseguraba que los billetes de cincuenta mil eran colocados en la bolsa de papel que llevaba. Su socia de negocios esperaba en la oficina el dinero para pagar a un par de contratistas que habían terminado ese viernes de hacer una pequeña remodelación. La otra parte del dinero era simplemente para los gastos del fin de semana de Héctor y su socia. Nada que no fuera cotidiano.

Al salir de la agencia Héctor sintió que lo observaban. Volteó rápidamente y alcanzó a ver un hombre que rápidamente fingía estar enviando mensajes de texto con un celular. Héctor dudó. Así que decidió entrar a un pequeño cibercafé que había en el centro comercial para comprar un poco de tiempo. Ya empezaba a ponerlo nervioso la bolsa de dinero que cargaba y empezaba a sospechar. Después de unos minutos salió y comprobó que nadie lo seguía. Subió a su carro estacionado en la parte de afuera del centro comercial y se alejó del lugar.

Había recorrido ya unas tres o cuatro cuadras cuando un semáforo lo obligó a detenerse. Estaba como a tres o cuatro carros de la intersección que lucía bastante concurrida a esa hora. Su carro estaba en el carril de la derecha y los demás vehículos lo rodeaban completamente. Mientras su mente seguía en la rutina que debía seguir ese viernes al llegar a su oficina, una motocicleta con dos ocupantes se detuvo a su lado. El pasajero de la moto sacó una pistola y en instantes Héctor comprendió que estaba siendo atracado.

El delincuente muy excitado gritó varias veces exigiendo el dinero mientras golpeaba a Héctor a través de la ventana abierta de su carro. Con los golpes y la confusión Héctor no atinaba a entregar el dinero sino se limitaba a entregarle unos pocos billetes. La excitación del atracador subía y también el calibre de sus amenazas por lo que Héctor sin pensarlo mucho le pasó la bolsa con los billetes. El atracador tomó la bolsa y montado en la parte de atrás de la motocicleta hizo un gesto con la pistola apuntándola al cielo como en señal de triunfo. En ese momento, de un auto que estaba en la misma cola, un poco más atrás, quizás a dos o tres carros de distancia, bajó un individuo del asiento del copiloto, sacó una pistola, se cuadró, apuntó, y la descargó un par de veces. Las balas impactaron en la espalda del atracador que todavía no empezaba la huída. Esto hizo que se cayera de la moto y se golpeara la cara contra el pavimento. Su compañero al oir los disparos y ver que su amigo estaba en el suelo optó por huir a toda velocidad dejando al atracador herido. Héctor sin pensarlo mucho se bajó del carro, pateó con bastante fuerza la pistola que había quedado en el suelo, tomó los billetes, se montó en su carro y huyó a toda velocidad. El carro de atrás de donde se hicieron los disparos hizo lo mismo. Todos los carros huyeron apenas cambió la luz del semáforo. Todos huyeron y el delincuente, herido de muerte, intentó correr y ponerse a resguardo. Corrió herido quizás una cuadra o dos, y cayó muerto.

No hubo investigación. No hubo balística. Nadie sabe a ciencia cierta quienes eran esos justicieros anónimos que dispararon. Héctor no volvió a la escena. Ningún testigo declaró. Solo quedó un cuerpo en la calle. Alguien que creyó que podía efectuar un atraco esa tarde y que nunca supo de donde venían los disparos que acabaron con su vida.

Ya más calmado Héctor llegó a su oficina y contó lo sucedido en detalle. Nunca más se le ocurrirá cobrar un cheque en efectivo.

Esto ocurrió así como lo cuento. En cualquier parte, en cualquier ciudad, le pasó a cualquier Héctor de esta tierra. Alguien como tú o como yo.

8 comentarios:

KBULLA dijo...

Para nosotros, el anónimo justiciero salvó la vida de HÉCTOR, pues (por razones que resultan inexplicables) es casi seguro que el asaltante hubiese ajusticiado a HÉCTOR, simplemente por el placer de hacerlo.

Para los leguleyos, fue un asesinato a sangre fría.

La realidad es que cuando el Estado se desentiende de sus obligaciones, al ciudadano común no le queda más remedio que actuar para solventar ese vacío y así evitar que la vorágine se lo trague.

Saludos.

Troka dijo...

Eso está como la columna "no sea usted la próxima víctima"
Hay que aprender a no dar papaya , como dicen los colombianos. Si no hay quien nos proteja del crimen debemos empezar por protegernos nosotros.

Nostalgia dijo...

que tristeza vale
parece una historia del Lejano Oeste, pero la verdad y sin ánimo de ofender , no se puede ser tan ingenuo como para cargar una bolsa de billete grueso en los tiempos que corren..

Anónimo dijo...

Historias como esas? Un montón mi querido Rom... Un montón... lleagste a leer el post que escribí cuando mataron a mi compañero de trabajo?

Chikita dijo...

Esto es de a diario!!! a mi me parece bien aunque me digan que los derechos humanos, que era una vida,....cuando un delincuente de esos te mata a ti ni le pasa por la cabeza tus derechos humanos. Mientras los van matando es un delincuente menos para mi!

romrod dijo...

Si, Adriana, si leí lo que escribiste sobre tu compañero de trabajo, terrible.

Chikita, yo estoy en contra de que la gente haga justicia por sus propias manos, digo sin que le den derecho a la defensa al sujeto atracador en un debido proceso judicial. Y por supuesto estoy en contra también de la pena de muerte. Aunque este caso suena más a defensa propia ciudadana que a un ajusticiamiento. La situación ameritaba que el ciudadano que disparó lo hiciera para defender a otro que estaba siendo atracado. Es así de simple. El atracador sabe muy bien que incurrir en una acción tan temeraria como intentar arrebatarle por la fuerza el dinero a alguien conlleva un riesgo de muerte.

Chikita dijo...

Entiendo tu punto de vista, el delincuente no se regenera, va quitandole la vida a uno y otro y otro y estamos con las manos atadas, yo he sido victima de la delincuencia varias veces y la cosa nunca cambia, cada vez es peor!! Tengo un familiar cuadraplejico porque un un ladron le dió un tiro a matar y está vivo de milagro... entonces ese tipo tiene derechos humanos?? para mi no.... y disculpame si no eres afin a esta idea.
Solo tienes que hablar con un policia para que veas lo que te dice: "esas porquerias hay que matarlas" asi me lo han dicho; se nace delincuente y se muere delincuente, es lamentable pero cierto!

romrod dijo...

creo que no me expliqué bien. Estoy en contra de que la gente haga justicia por sus propias manos, linchamientos y cosas así. Pero estoy de acuerdo con la legítima defensa. La gente creo que tiene todo el derecho a asumir la defensa de los suyos y de sus bienes. Pero de ahi a apoyar el abuso policial y dispare primero y averigüe después ni de broma. Conozco muchos casos de gente inocente asesinada por abuso policial o por gente que recurrió a la venganza y simplemente se equivocó de persona. La violencia trae violencia, y el ojo por ojo creo que la sociedad lo debiera haber superado hace rato.

Lamento lo de tu familiar. Creo que hay muy pocas familias en nuestro país que no hayan pasado por tragedias similares.