¿Y tú como sabes?

Nuestros hijos más jóvenes, de los cuatro que completan el cuadro familiar, son este par de simpáticos criminales. Aquí en proceso de estrangulación de Tom, a Jerry todavía no lo han podido alcanzar.

Y tener mellizos en la familia no es poca cosa. Sobre todo cuando ya uno tenía dos hijos y la familia se le duplica a uno en un instante. Por eso es que cuando veo a una pareja joven toda enredada con un solo carricito, y uno los ve que viajan a todos lados con el coche, los teteros, una bolsota grandota llena de pañales y quien sabe que otras cosas que puso una de las abuelas allí, o quizá las dos abuelas, no le queda a uno más remedio que sonreir y pensar... aficionados.

Para una mujer como mi esposa lo de tener mellizos y tener que atender a una familia de repente tan numerosa fué casi como tener que atender una calamidad natural del tamaño de un tsunami. Y por supuesto ella y todas las madres de mellizos saben exactamente de lo que hablo.

Asi fué que una vez estábamos mi esposa y yo solos, es decir sin chicos, en el supermercado, cuando vimos a una pareja joven que venía con un coche con un par de gemelos pequeñitos, de meses. La señora tenía por supuesto esa cara de espectro que tienen todas las madres de mellizos. Pálida y con ojeras. Mi esposa se le acercó y le alabó a los chiquitos con una frase algo como "que lindos los niños" y acto seguido le soltó "¿ya se te está cayendo el cabello?". La mujer la miró con ojos de sorpresa y con los ojos hechos agua le preguntó "¿y tú como sabes?"