sábado, enero 27, 2007

Recordemos hoy y por siempre

El sitio donde me dirigía aquella tarde era un pequeño apartamento en las cercanías de la calle real de Sabana Grande. Lo hacía sin pensar mucho, casi sin mirar a las decenas de transeúntes que a aquella hora de la tarde llenaban las calles. Algunos ofreciendo mercancías, otros como yo caminando ensimismados en sus pensamientos. El edificio que finalmente reconocí por una pequeña y oxidada placa de metal con un número, tenía un local comercial en la planta baja. El acceso a los apartamentos era mediante una pequeña puerta lateral que conducía a un pasillo algo oscuro. Al final del pasillo unas escaleras con el granito algo desgastado me invitaron a subir al primer piso y tocar la puerta. La cita era con fines de estudio. Pasaríamos la tarde algunos compañeros de la universidad metidos entre problemas de mecánica y termodinámica. Mi amigo anfitrión me hizo pasar con una amplia sonrisa diciéndome que había llegado algo temprano. Me disculpé usando como excusa que el no conocer la zona me había forzado a venir antes, por si me perdía. Me presentó a su familia compuesta por una hermanita menor y su padre y madre. Nos sentamos en la pequeña sala a conversar. Mientras hablábamos mi mirada recorría el lugar. Lucía muy acogedor aquel hogar. Muchos retratos viejos en una mesita, había una alfombra pequeña en la sala, y el comedor estaba un poco más allá con una linda platera y más adornos y cuadros en las paredes. Aunque el espacio era pequeño todo lucía en acogedora armonía. Un piano de pared terminaba la decoración de la sala. Los padres de mi amigo eran polacos y su acento bastante fuerte. Me ofrecieron una taza de café y panecillos dulces que comimos mientras hablábamos sobre la universidad y el futuro. Terminando el café el padre de mi amigo se puso de pie para recoger las tazas y colocarlas en un pequeño azafate hermosamente adornado con motivos dorados. Al hacerlo noté que tenía una extraña cicatriz en su antebrazo. Parecía un tatuaje pero sin tinta, más bien una cicatriz que parecían insinuar números ya algo borrados con los años. Mi atención a la cicatriz debió haberme delatado ya que él sonrió y me dijo una sola palabra: Auschwitz.

Supongo que mi cara debió palidecer de la vergüenza que sentí por la indiscreción. Pero él rompió el hielo contándome rápidamente que ya los años hacían que las cicatrices fueran desapareciendo. Brevemente me dijo que él era el único de su familia que salió de allí, siendo un adolescente, y que siendo una familia de judíos polacos y muy pobres nunca había entendido el por que del ensañamiento. Al hablar lo hacía mirando como a través de las paredes, con una mirada triste y nostálgica. Pero inmediatamente recuperó la sonrisa y nos hizo olvidar aquello con más panecillos. Ya mis otros compañeros llegaban y la sesión de estudio comenzaba.

Todo esto sucedió ya hace casi treinta años. En nuestra Caracas tropical lejos de la guerra europea y donde miles de refugiados encontraron nuevas vidas y levantaron hermosas familias. En mi permaneció la imagen clara del Holocausto en esa extraña cicatriz en un antebrazo. Un número marcado con un hierro candente en medio de una de las atrocidades más grandes que se han cometido contra la humanidad.

Hoy se cumplen 62 años de la liberación de Auschwitz por los soldados soviéticos. Hoy conmemoramos en todo el mundo el día del Holocausto.

Recordemos hoy y por siempre.

8 comentarios:

Edgar Gonzalez dijo...

ufff que post !!!

Ojalá que aprendieramos, peeeero ...

Curiosa dijo...

Las barbaridades que comete el ser humano contra el ser humano por el poder...
Este post me tocó hondo.

Andres dijo...

Que degeneración el hombre sometiendo al hombre. Mi deseo es que se superen las heridas del Holocausto, y que no se olvide para que las razones que lo causaron no se repitan nunca más.

Anónimo dijo...

yo ya ni entiendo por que tropieso con la misma piedra

Carlos dijo...

Gracias RomRod!

Mi padre logró huir de unos de esos campos tenía 15 años, sus papa eran nueve hermanos, 8 murieron en la cámara de gas, su mamá eran 7 hermanos 6 murieron en la cámara de gas.

Papá logro salvar a su familia y montarse en un barco con otras 20 familias. Ese barco paseó por las islas del Caribe sin que nadie los recibiera, en su segundo toque en Venezuela fueron recibidos con los brazos abiertos.

Pero ahora nuestro gobierno es amigo pana y socio de quien niega que eso sucedió!

Rosita27 dijo...

Excelente Post.. me quedé sin palabras... La Justicia divina hará lo suyo...

Salu2

Waiting for Godot dijo...

Ayer justo hablaba con una amigo de casi todos los pueblos que han cometido barbaridades y la lista se nos hizo muy larga... concluímos que la mayoría es capaz de hacer maldades, si se los deja!!! Gracis por este post.

Miguel Pinto dijo...

Un pasado demasiado cercano como para intentar olvidarlo. Mis padres vivieron cosas muy intensas en esos años, mi papá preso en Sudáfrica por siete años y mi mamá pasando hambre en su pueblo Padula, que fue bombardeado varias veces.

Crecí escuchando historias de todas estas miserias en primera persona, por esto respeto mucho a todos los que de alguna manera sufrieron estas profundas penas.