Cada 19 de Agosto...

Solía pensar que vivía en un planeta gigante. Que el cielo era infinito y que ese mar azul índigo que veía desde los acantilados de Cata se extendía hasta lugares que nunca llegaría a ver. Mi niñez transcurrió así, admirando el pequeño universo que me rodeaba. Entre hormigas, hongos que despertaban cada invierno tropical y hojas de almendrón que caían cada verano. Un mundo inmenso que podía recorrer cada tarde al llegar del colegio y que consistía de algunas matas de mango, unos almendrones y una acacia que moría de vieja en el medio del jardín.

Los años pasaron y llegó el tiempo en que mi imagen del mundo fué cambiando para hacerlo cada vez más pequeño. Una vez ví la isla de Creta casi completa desde un avión. Sorprendido también ví que Panamá y su canal podían recorrerse de un vistazo. O que el Lago de Valencia desde el aire es pequeño y frágil. Recorriendo el Mar Caribe ví basura en alta mar. Ya ni el mar era tan grande. Vivimos en un planeta más pequeño de lo que creemos. Y lo que es peor, estamos atrapados aquí. Y muchos no se dan cuenta y siguen usando la quema para eliminar la basura, o para desforestar que es mucho peor. O tiran basura al mar con la convicción de su inmensidad. Sin reflexionar en nuestra pequeñez, en lo frágil de todo.

Cumplo años los 19 de agosto. Y siempre consideré este día un día extraño. No era el cumpleaños de otro como siempre, esta vez era el mío y era a mí al que cantaban alrededor de la torta preparada por mi mamá. Creo que nunca me he acostumbrado a este ritual. Pero así son los rituales. Los cumplo algo resignado y disfruto del pastel de rigor. Y este día lo uso desde hace años para reflexionar sobre la fragilidad de la vida en nuestro planeta. Es algo así como un recordatorio de nuestra transitoriedad, de como me dicen que dijo el jefe Seattle este mundo lo estamos tomando prestado de nuestros hijos. Así paso mis cumpleaños, feliz de tener gente linda e hijos y familia que me rodea y haciéndole ver a la gente menuda que me tocó criar que amar el planeta en que vivimos comienza con un gran respeto a todo lo vivo, incluyéndonos.