viernes, julio 15, 2005
Niños de la Calle
Esta mañana me paré en uno de los semáforos que tengo que atravesar en mi diario camino a la oficina. Estaban dos niños pidiendo limosna. Una niña como de unos diez años y un niño que creo no llegaba a los ocho. Ambos con rostro típico de nuestros pueblos indígenas. ¿Niños de la calle? ¿niños indios obligados a pedir? No supe, no ví a ningún adulto indio por los alrededores.
Supongo que todos sabemos que esta escena se repite por todos lados. No solamente la de los niños de la calle, también la de los malabaristas, buhoneros, minusválidos, que piden limosna en cualquier sitio que puedan. Por ejemplo, acá en Maracay está el semáforo que conocemos los maracayeros como el de la bomba Tommy. Es el que está en el cruce de la Bermúdez, con la avenida Las Delicias y la avenida Casanova Godoy. La otra tarde conté a más de cincuenta personas que hacían negocios en este semáforo. ¡Más de cincuenta! Vendedores de libros ilegales, de CD's quemados, de flores, malabaristas, viejitos, un lisiado, niños, una señora con un niñito. De todo.
Pues con lo de esta mañana recordé las promesas de nuestro presidente que prometió acabar con los niños de la calle. Esto a voz en cuello y en cadena nacional. Supongo que estará haciendo su parte. De hecho las escuelas bolivarianas hacen mucho. Me consta. Pero todavía hace falta mucho por hacer. Hasta a mi una vez se me ocurrió hacer algo. No sé, empezar a sacurdirle las sotanas a algunos curas que lo hacen es dar misa todos los días o algún alcalde que de verdad le duela su municipio y que nos pudieran ayudar a recoger niños y al menos bañarlos, darle alguna asistencia médica, vestirlos y ver si entre ese montón de niños ver si recuperamos algunos.
Pues estaba yo en esos devaneos idealistas cuando me enteré de la labor de Miguelito.
A Miguelito lo conozco por razones familiares desde que éramos unos niños. Nunca fuímos muy unidos por razones de distancia geográfica pero siempre nos vimos en esa infancia de finales de los sesenta y comienzos de los setenta. Miguelito siempre fué uno de esos idealistas empedernidos. Soñador como el que más. Recuerdo que quería ser director de cine o algo así.
Nos hicimos viejos y crecimos todos los primos. Solo que Miguelito creció más que los demás. Creo que está rayando los dos metros de estatura. Pero ese tamañote que tiene como que le quedó corto a lo que le creció el corazón. Un corazón verdaderamente grandote. Miguelito hace unos años, a raiz de los sucesos de Septiembre del 2001 en Nueva York, empezó a cocinar esta idea de "Unamos Al Mundo Por La Vida" y le echó pichón con la ayuda de sus hermanos y de muchos amigos. Por supuesto que su gran capacidad de comunicador y de soñador ayudó a impulsar esto que vemos hoy. Una organización, sin fines de lucro, que se dedica a construir hogares para niños de la calle. Y los ha construido, se llaman Colmenas de la Vida. Ya está una colmena lista y, aunque no conozco los detalles, supongo que varias más tendrá en planes.
No basta con soñar. No basta con prometer y hacer bulla en televisión nacional. Hay que hacer. Lanzarse a hacer. No creo que la única solución sean fundaciones como la de Unamos Al Mundo Por La Vida, pero sí estoy seguro que iniciativas como esa son necesarias y son mucho más de lo que hacemos muchos de nosotros por los demás. Y todo esto calladito y sin cadenas nacionales, a excepción de ese aporte que hacen muchos artistas llamado el Tele Corazón que con los años se ha convertido en un agradable evento donde miles de personas e instituciones manifiestan su solidaridad a este tipo de obras.
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3 comentarios:
Excelente inicativa, bien organizada y eficiente.
No necesitan prometer (y no cumplir) con que se cambiarán de nombre y cosas así si no logran sus metas.
Estas son las cosas que el gobierno neo-socialista de Fidelito Guevara (es el nombre nuevo después de haber perdido el propio por no eliminar a los niños de la calle) quiere erradicar pues el y su "revolución" se creen los únicos capaces cuando en realidad son los más incapaces.
Hola RomRod, me hiciste recordar que una de las primeras promesas de nuestro presidente fue acabar con los niños de la calle y, como tantas otras cosas, se quedó en simples promesas de políticos (historia ya conocida por los venezolanos). Yo cuando me encuentro frente a la situación de niños pidiéndo limosna, siempre que puedo, intento darles comida, yo sé como es eso, los padres después les quitan el dinero para bebérselo en aguardiente y no me parece.
A-1, entre a la pagina, luego reviso mas.
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